viernes, 31 de octubre de 2014

Dallas Buyers Club


Matthew y Jared, pareja de oro.

Vivimos en la sociedad marcada por la desilusión, despiadado Far West.
Aquellos vaqueros han sido trasladados de antiguas películas del western, a este caótico y salvaje oeste de la gran ciudad. A través de la incomprensión y el aislamiento.

Vaqueros atrapados por su machismo desfasado (cabalgando toros y hembras) en la medianoche texana, y montando su particular Drugstore Cowboy para alimentar su miseria y sus venas. Olfato para el vicio y el negocio que está perfectamente representado por unos protagonistas antagónicos que, sin embargo, tendrán que compartir los negocios y los quebraderos de cabeza por motivos de la enfermedad y su especial personalidad.
Un buen día su mundo se derrumba. Los amigos y compañeros giran sus ojos a tu paso, insultos y repulsa. Es el fucking Cowboy de Medianoche buscando su camino final.

Como en los alocados años finales de los 80 y comienzos de los 90, reinos de drogas, nos llega un cowboy de medianoche en la piel escuálida y blanquecina de Matthew McConaughey para intentar aullar a la luna de Scorsese. Porque Dallas Buyers Club comparte año cinematográfico con El Lobo de Wall Street, en diferentes festivales y premios. Un duelo colosal entre el vaquero y el lobo, con interpretaciones, tan distintas y tan cercanas a la vez. Magistrales trabajos.

Ocurre que la pareja formada entre Matthew y Jared Leto se ha convertido en la sombra alargada de Dustin Hoffman y Jon Voight en el nuevo milenio. De Nueva York a una Texas más cerrada pero igual de despiadada, pasando por el ámbito salvaje de la incomprensión social, ante una enfermedad traída de la mano del diablo. Un demonio convertido en virus asesino y travestido.
Uno es el consumismo exacerbado, el otro es la máquina dispensadora de vida, dispuestos a luchar contra los círculos viciosos de los tiburones financieros. Ambos son un poco con su comportamiento, como una especie de Robin Hood´s modernos, a su manera. Como lobos perseguidos por la caza furtiva.

El cowboy McConaughey luchará hasta el final por el premio, la vida o el Oscar, está dispuesto a morir con las botas puestas y el culo al aire, en su traje de superviviente. Es decir, la ´fucking` bata de hospital. En un círculo se rodea de un grupo diferente, también de los suyos (por ejemplo, con una Jennifer Garner en su mejor papel a mi juicio hasta la fecha), defenderá su posición indoblegable ante las leyes de los políticos intentan imponer, por el control de la vida. Aunque con este enfrentamiento, le pueda costar la soledad.

Jean Marc Vallée se mantiene firme en su toro mecánico durante toda la película. Comprometido y echando un vistazo a atrás, a través de Schlesinger o Van Sant, pero con un estilo propio que ya demostrara en anteriores trabajos. Y parece que próximamente volverá más Salvaje. Se consagra como director de culto con esta magnífica Dallas Buyers Club.
Esto no es Philadelphia y el lujo. En Texas sobrevivir curte la piel, disparando balas envenenadas contra los malos, o los tiburones financieros de las grandes compañías farmacéuticas y las leyes de políticos que las controlan. Frías como el cañón de un revólver sin usar, pero amenazantes.
La mala sangre corroe las mentes, hacia el interior y el exterior, pero la enfermedad hace que te yergas cada día. En su Idaho Privado, McConaughey se mete de lleno en los huesos y la cabeza de una realidad apabullante, una máquina de la interpretación perfecta. Su duelo con DiCaprio promete ser sonado. Qué grande es el cine.

Y con Leto, de gran dama en busca de hombres, quizás le caiga uno dorado. Porque han creado una pareja de cine perfecta. El director canadiense Vallée es atrevido, adapta historias comprometidas, con el punto de vista de su cámara (delicada o despiadada) capta la marginalidad de una lacra social y del rechazo. Algo se ha avanzado y los tabúes van cayendo con las botas puestas.
Ni Errol Flynn con su general Custer (en su carácter más agrio) o la desgraciada caída de Rock Hudson en sus últimos tiempos, se ven reflejados en la interpretación de Matthew, con un papel más semejante a un tipo algo frío y duro como Henry Fonda llevando a sus hombres a la victoria (o mejor dicho, la derrota) en Ford Apache. Todo se compra y vende desde los deseos hasta la propia vida, llevada hasta las últimas consecuencias.

Desde luego, yo entré desde su comienzo en ese Club de compradores de sustancias prohibidas en Dallas y me fascinó este trío enorme formado por Vallée y su visión del cine, la creación de Leto y el camaleónico poder de McConaughey.
Cabalgar en un toro salvaje corriendo por las venas, es más difícil que aguantar los 8 segundos encima de un verdadero en un rodeo. Si no la has visto, mucho más recomendable romperse la espalda en este club que en almibaradas montañas.

***** Excelente ****

Shuggie Otis - Sweet Thang


The Airborne Toxic Event - Hell And Back


T.Rex - Life Is Strange (1973)