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domingo, 21 de noviembre de 2021

Fargo. Season IV

 



Se suele decir que los tentáculos de la Maffia son alargados, casi infinitos.

Así, desde aquellas primeras pizzerías que se abrieran sobre las calles marginales de la Gran Manzana, con sabor a la vieja Italia, se fueron sumando las diferentes especializaciones en diversas localizaciones. El crimen organizado fue conformando una gran telaraña, abarcando una ramificación purulenta y dramática, en otros rincones de aquella orbe magnífica. 


La oficina central que se articuló, se extiende en ubicaciones a uno y otro lado del país, ilegalizando el comercio en aquellos salvajes y movidos años de la Ley Seca. Los clubes como enredaderas blanquecinas de las cinco grandes Familias de New York y el jefe del gran Outfit de Chicago, que empezaban a mirar otras partidas. No menos peligrosas, que un creciente alcoholismo.

Fargo se suma a contar su historia, más que nunca, en esta penúltima temporada, dividida en dos facciones criminales, una blanca y otra morena, como las rivales que recetan el opio a don Hilarión.

La Sangre.

Siempre ha estado ahí, salpicando desde los primeros encuentros, hasta su regurgitación en el Kansas City de los años 50.

Si bien esta atracción cinematográfica, ha dado giros de guión sobre el crimen, circulando en la vida real por Los Ángeles, San Francisco, Las Vegas o Atlantic City y otras divisiones, como Buffalo, Detroit, Philadelphia, Pittsburgh, Clveland, New Orleans, St. Louis. Lugares que también tenían su parte de cuota hemoglobínica, quizá menos mediática o fotografiada... pero igualmente melodramática y violenta.

En la serie Fargo temporada IV, algo ha cambiado frente a otros episodios anteriores, que son tomos diferentes de televisión artística y esos tentáculos criminales que circulaban entre humor negro. Tirando a rojo; porque observamos cómo se fueron solapando las distintas tendencias ilegítimas en su época, las oleadas sangrientas... y manifestando las estructuras sociales de varias raíces exógenas, o no... Del Fargo I, al II y al FIII, responda cada vez.

Aquí, se sigue manteniendo el mismo color de la historia, arraigando los cimientos de un levantado fuerte estratégico, silencioso en su interior y vomitando la roja sangre que perteneció a una batalla... Y porque, nos centramos en esta, relativamente densa ciudad del estado de Missouri, afincada entre dos ríos, como las dos sangres o tierras, con sus conexiones con el blues y el jazz. Y un poquito de bel canto.

Algo cambiado el aspecto físico, pasando por unos serializados años cincuenta, sus vehículos y sus trajes, como disturbios que avisan de aquellos famosos provocados tras el asesinato de Martin Luther King en 1968. Esto es Kansas City, una de las principales capitales norteamericanas de enormes carnicerías, culinariamente hablando... o anatómicamente también.

Pero, esa es otra larga historia que, más tiene que ver con los Gángsteres de Nueva York, el sadismo placentero de Jane Toppan y los controlados comités o sindicatos de una era, entre el crimen, la esclavitud laboral y el negocio. Uña y carne.

El Pacto, de ídem.

Es un acto casi religioso, una mezcla divergente entre sus venas que perpetúa una cierta cohesión... puede que engañosa, como todo aquí.

La afición de los cinéfilos puede llegar a ser algo parecido. Cuando generaciones dee seguidores fieles y sarcásticos, hacia los Hermanos Coen, ya en varias décadas, no dudaban de que aquella pequeña trama con comedia negra, llamada fríamente Fargo, desencadenaría la inseminación violenta de su estirpe desde Minessotta, al resto del mundo. Circulando un pacto de parentesco criminal, deambulando entre sus escenarios helados y teñidos de sangre viscosa. Continúa siendo así, con un poquito menos... de nieve... la fría, digo.

Algunos pensarían entonces, ojalá se pudiera prolongar sobre el espacio-tiempo, articular su vagar errante hacia una serie de catastróficas desdichas en nuestras pantallas... pues toma, van unas cuantas salpicaduras. Tan vengativas con la perspectiva de perpetuar un negocio que parece infinito... Pues, el creador y guionista Noah Hawley, podía estar visualizando el ojo de la tormenta, de forma que ha ido proponiendo alternativas en ambos campos, el físico y el temporal, con una revisión de los hechos acaecidos en el pasado, digo nuestro futuro. Todos somos sus hermanos de sangre, ante el televisor...

Más o menos, nos debemos a la imaginación poderosa, aunque basados en una indudable realidad con perspectiva económica... y por supuesto, comercial

A pesar de las numerosas bajas por temporada. Cambios de sangre, en forma de hijos adoptados en el tiempo y sus estragos.

La Otra Familia.

Toda una familia ésta, la fargiana, con los rostros compungidos por la frialdad ambiental y la distancia atmosférica de cada ciudad. Caldeada con esa masa de humor malsano o cretinismo antropológico, un defecto que acierta siempre en la narración, y esas circunstancias enloquecidas. Consecuencias embarazosas del simple, ante el poder, del jefe ante el ´mandao`, que llevarían a Frances McDormand, al meditabundo William H. Macy, el sarcástico Steve Buscemi y el intratable Peter Stormare, a deambular por la caricatura. Una película premiada, ya mítica.

Una gran parte del sarcasmo criminal, se encaminó hacia el 2014, evolucionando hasta el drama familiar, la metodología accidental del tratamiento dantesco y una pizca de irreverente leyenda. Creando una cadena de situaciones en la línea del tiempo.

También mágica y extraña, como el humor sobre el terreno helado. Como la cálida sangre de Minnesota o el infierno que establece el autor, entre los lazos condensados desde esa primera entrega del 2014 en televisión. 

Donde el humor se ha expandido, crecido como el hielo de la tempestad, sobre la fría especulación del ser humano y sus debilidades, o fuerzas ocultas. Pero muy creíbles, hirvientes como la sangre del Medio Oeste americano, junto a aquel Keith Karradine, uno de la familia unida, fragmentada como una bomba de racimo. La explosividad efervescente y parlante de Bob Odenkirk, o magnetismos compuestos ferrosos de Colin Hanks, Allison Tolman, Billy Bob Thornton y el humilde invitado e insospechado, Martin Freeman.

¡Siempre han coexistido la variedad de especies animales, con la naturalidad en toda su expresión, en este contexto social...!

En fin, como hemos crecido, ¿verdad, Ethan & Joel?

Aunque vosotros, queridos directores de la catarsis visual, parecéis los mismos. Más tras los acontecimientos acaecidos en la última notable Balada de Buster Scruggs en sus cielos, con vuestro sentido... humorístico intacto. Irreverente... Gracias por todo... por vuestro mundo.

Uno por uno...

Esta historia, ´verdadera, de la buena`... gira entorno a un intercambio de primogénitos, como método de disuasión consentida. Aunque no, en tiempos de faraones egipcios, sino dentro de los tugurios decrépitos de una ciudad que despierta y sus mansiones fronterizas, con la legalidad. 

Esta situación comprometida, es como un monstruo que amenaza con devorarlos a todos, oteando desde la acera próxima. En realidad, significa una frontera cultural (con escaso interés artístico en realidad), edificado entre bandas, como el crecimiento de un ídem, con varias cabezas. Lo importante es el negocio, no el aprendizaje.

Qué continúe la crianza... dijeron. Aunque fuera en casa ajena, uno por uno... igual a algo. No sabemos si mucho o nada.


Algo imperecedero, o algo escondido en decenios, que necesita resistencia sanguínea y recalcar los derechos "legítimos para el hampa", en cada margen. Junto a otros sistemas aledaños, que se debaten entre el deber y el acoquinar... políticos, policiales, etc. 

O si no... meterle plomo al compañero, que tiene intereses menos corporativos... para sus concretos bolsillos.

Ante esta diversidad genética, que se avecina doblando la esquina de N.Y., esto es, un prometido protectorado o La Central, se malea la sangre de la familia, se amalgama, se espesa... hasta recordar a esa que llegara de Napoli o la corleónica estampa della bella Sicilia. La sangre llama a la sangre, con omertá, certo.

El legado será... Uno por uno, que es parecido al ojo por el ojo, pero más aparentemente educado,  admitido para esquivar las balas interesadas de un futuro. O del pasado, que hermanos jodíos, haylos de todas las clases.

Por mucho que contemplemos el poder retratado aquí, esta herencia de poderes no hubiera sido posible sin facilidades delimitadas por unas oficinas centralizadas, los estigmas portuarios que vinieron desarrollándose de los violentos años 30, las pizzas sin fondo, las metralletas Thompson bajo el gabán, una encrucijada de víctimas condenadas en el ídem del río, recordadas simetrías envueltas en un traje pesado en el sedimento de la bahía.

Con este protectorado entre familias, y opositores, y bastante pasta gansa desviada de la corrupción institucional a su libertinaje... su vida siempre estaría condicionada, hasta que una triunfara definitivamente sobre las demás. El rey de la montaña, como diría Tony Montana.

O hasta que, el mercado se expandiera tanto que quedara diluido en mil y una manos... tal como hoy, que ya no se reconocen los tentáculos, ni las sociedades... pues todavía no habían llegado otras culturas de la contra. Me refiero a dicho negocio, la reforma, el poder, claro.

Mientras tanto, en el Fargo seguimos entretenidos con Noah, si bien algo desubicados con personajes menos reconocidos que sus habituales sobre el hielo. 

Gracias a este juego histórico entre judíos decadentes que se dirigen a otra ubicación, con o sin estrellas, los pelirrojos irlandeses que cada vez estarán más camuflados, con su carácter anglosajón, pero diferente, los afroamericanos que inician su reclamación igualitaria como panteras, negras of course, y... tutta la famiglia más reconocida en imágenes, va bene, napolitana, o genovesa.

Tanto monta en la literatura como degüella en el cine, bajo las sábanas. Todo ello es lo mejor de la temporada en cuestión, ya que es más aconsejable, una buena elaboración central, no condensada, que hacer un pastel o un pan, con unas tortas... u hostias.

... o el ojo por ojo.

Como se suponía, se plantea para fomentar esta vecindad bien avenida, o no, ofrendas mitificadas en celuloide, el ojo por ojo ante el funcionamiento de los trapicheos furtivos, que empiezan a sonar en la sociedad, las madres y los jóvenes muertos. Para evitar lamentables pérdidas o futuros baños de sangre, es establece una estrategia del silencio, como los ancestros. 

Porque la Cosa Nostra es la Cosa Nostra, aquí y en el aislado Fargo de Norteamérica.

Todo ante la migración sanguínea, y sanguinaria en ocasiones, que vemos en la pantalla o se produce en las calles, algo más indefinida que los chistes, y con estereotipos que salen de su línea narrativa para ofrecernos pasadizos de escape de la verdadera historia. Una especie de receta con doble sentido, los muertos y los sentenciados.

De la lógica que generaliza a las familias y sus generales, siempre se acaba pasando por el sacrificio, su iris por otro iris apagado.

En fin, y así hasta el infinito. 


Ahora en la cuarta nos encontramos ante otra batalla, tras la tercera del depredador solitario o lobo, siempre con la sonrisa envenenada hurgando en las entrañas... Donde aquel territorio ideado por los hermanísimos Coen, ha prolongado su viaje hacia tiempos más cálidos y variopintos. Pero con los mismos cuidados paliativos e interpretativos, de antaño. Es decir, otra dimensión retratada por los espacios y los tiempos.

Pasamos de una Dakota del Norte, chiquita y silenciosa, salvo tiroteos de visitantes inesperados y lugareños sorprendidos en la salvaje naturaleza, a recorrer los rincones pintorescos de una Minnesota más mafiosa, si cabe. Un sitio, de sitiar, donde se lanzarían las siguientes dos marchas, como un truculento cuento de terror.


Hasta saltar un charco este último avezón de la tele FX con la producción de 26 Keys, demostrando que la historia es una única familia en un pacto tortuoso con el pasado. Y si no... se harán cuentas a parte.

Así, en la odisea del cambio drástico, se debieron sentir los ciudadanos salidos de las canteras frías de los Peaky Blinders irlandeses, hasta un nuevo puerto con otro acento y los mismos puños, los judíos rescatados de todas las guerras, en busca de una tierra prometida cubierta de dólares, los ítalianos que desembarcaron en New York con sus trajes rayados, con el salami entre las piernas, a la vez que desenfundaban chequeras empapadas de alcohol ilegítimo y otras armas de distracción... masiva. ¡Vamos, puro plomo!


Hasta los mismos afroamericanos, que siguen cantando el rap de la cárcel, aún no del todo integrados en distintos rincones dependiendo del dólar. Cuyos antepasados migrantes a la fuerza, tuvieron que saltarse las cadenas del sur, para integrarse en las gangbands del Norte y alrededores, hoy de las canchas salpicadas con alfombras de estupefacientes. Los que los viejos padrinos, no deseaban.

Producciones asesinas, en condados por entonces más democráticos... más civilizados... si las escaramuzas multiculturales y el business ´democrático`, lo permitían, o esas integraciones singulares con la policía y los políticos.


Esto es Fargo, sangre por sangre, en el futuro o el pasado. Una paradoja sintética, a pesar de la realidad aparente, donde las cosas no son lo que parecen. Las amistades, los hospitales, las funerarias y las enfermeras con delirios, los pactos en choques de mano, las canciones francesas, las "Bonnie&Bonnie", mortíferas y lésbicas, los pasteles envenenados como la vida, los tiroteos en el parque, los sheriffs y su palabra, las loas infantiles, las escenas a lo de Palma en The Untouchables, las estudiantes, las calamidades, caracortadas, los tropiezos fortuitos y los entrañables viajes en Ford... a ninguna parte.

La Omertá.

Más vale que te calles, amigo... tu hijo es nuestro.

Estamos en la Missouri diversificada de la década de los 50, no tan risueña como las que vendrían después, pues salimos de la posguerra antes de caer en Shaigon y el telón del frío acero. Que acá, es la carne.


Estamos con Chris Rock y Jason Schwartman, Ben Whishaw (el de los perfúmenes de Kundera), Jack el nieto del gran Huston, el napolitano Salvatore Esposito y el papel de la excéntrica por Jessie Buckley, andando entre la parodia y el jodío sarcasmo. Encarando el futuro y los trapicheos. Confundiendo el cohecho con la realidad...

Kansas City parece algo más soleada que Minnesota, más urbanita, pero igualmente sombría, con muchas grietas y cadáveres sobre el asfalto. Y más, mirando de puertas para adentro, en el interior de los coches o los almacenes industriales, en las estaciones, despachos privados, parques y jardines palaciegos, las camas oficiales y las otras, y sobre todo, las venas. Pero siempre en silencio, si se puede... se quiere.


Aquí, en otra época, todo se ve distinto. Bien retratado, como corresponde al relato, bien encuadrado en las mismas sensaciones que antaño, pero con diferentes perspectivas vitales, a los anteriores, sorprendentes 2006, duplicidades en el 2010 o cuentos del 79. Han pasado muchos fantasmas, de pieles pálidas y rostros desencajados, que ahora aparecen en difusión cultural o social, entre el mismo humor negro, salpicado de ese otro color más hemoglobínico. Que procede de, cada una de aquellas otras vías corporales o raciales.

Cada cuál con su divergencia, o sentido... del humor, o no.


Es una rivalidad sonriente la que lleva Noah Hawley desde varias generaciones, provocando, aunque sus personajes confundan la ley del silencio con la charlatanería, en ocasiones. En confrontaciones y violentas estrategias con la comedia, ejecuciones virtuales del nuevo pasado de su mente. 

Una manera de enfocar su ironía racial, confluyendo con las enseñanzas criminales de un Fargo en 1996 que le atrajo, aunque alejado de aquellas coordenadas perdidas y remotas, en un páramo helado.

 

Sin embargo, los personajes se siguen enseñando los colmillos como perros callejeros, desbocados por la traición, el olor del dinero y el rencor, tamizados por advenedizos, algunos inteligentes en comparación silenciosa. Otros risueños poderosos y alguna que otra fauna extraña, tragicómica, como un ángel de la muerte. 

Más carnal y agria que lo esperado por su labor cotidiana, parlanchina y sexual, entre vendajes agrios o azotes de azúcar. Y esa cara inmaculada... que despista. Mary Poppins de los huevos, pasados por harina. A veces silenciosa como serpiente, sin cascabel.


Esto de Fargo, no es el mundo psicológico de Mr. Fincher, aunque posea algunos andares distorsionados, casi patéticos a lo Mary Poppins u otros desequilibrados, como un hermano programado como terminator alternativo en proceso patológico. Existen caras a caras, con menos momentos callados, aquí todo se cuenta, hasta los ajustes.

Se exponen, olvidando sus leyes a veces, se cocinan ingredientes a los cuatro vientos, del norte al sur edulcorados sin inteligencia, excepto los negros que parecen más serios, curiosamente con un centrado Mr. Rock. Es el paradigma de la omertá, en otra sangre y condición artística.


Por tanto, este Fargo es más racial, salido de las mismas entrañas, removido hasta la saciedad por el interés económico de las familias, a veces pedante como los intereses de una enfermera, confuso como el matarile de dos reclusas lésbicas, irregular como un aspirante a pistolero, singular como una asesino afilado, imprevisible como la desgracia... Callado... como un muerto.

Ajuste de Cuentas.

Los dientes cariados pertenecen a la difuminación, de los repartos y las leches condensadas.

Los brillantes, son los de un Chris Rock menos humorista, entregado a su profesión evolucionada por el yugo histórico y los insultos del contrario. Don familias enfrentadas fuera de esa necesidad de provocación, lejos del ruido ambiental o esas jocosas ocurrencias de un Jason Schwartzman, que nos proporciona una caricatura de Padrino. 

Pareciera un ajuste de cuentas con el tiempo.

Esto es, una fauna que tenemos muy presente todos los cinéfilos tardíos, desde G. Robinson, Cagney o Mr. Bogart, desde Puzzo y Coppola, hasta los risueños Soprano´s y su psicología de andar por... la entrepierna. Porque... ¡Hay que tener humor!


Muchos de esos actores del star system en negro y satén, emigraron en el pasado bélico y triunfaron, o se dejaron los huesos en algún lodazal personal, entre abusos, adicciones o amores rotos. Pero, otro tipo de familias fondeando nuevos negocios, incluido Hollywood, estaban a punto de llegar, para abrazar las nuevas corrientes teñidas de rojo y blanco no cerebral, corriendo por las calles de Athlantic City, Chicago o Nueva York. Como el champagne envenenado en las celebraciones, como el caballo en una carrera, salpicando pasteles con sorpresa interna, confundiendo el vino con la sangre.Aquí nada de ofrecer la otra mejilla, ¡pobres desgraciados!


Hasta entonces los mercadeos estaban bastante establecidos y consensuados, bajo la voz cantante, pero las ciudades crecen y las "necesidades" de los ciudadanos también. Junto a las distintas rivalidades asociativas que abrían sucursales como líneas, digamos evasoras a la ley, en diferentes mercados. La mezcla de co-sanguinidad grupal en el ambiente de los 50, está claramente estampada, o derramada, dentro de las fábulas de esta Fargo.

De la primera a la cuarta, se ha ido describiendo un círculo del crimen histórico, que confluye en los diferentes parias y desnortados retratados, hacia la conjunción astral de todos ellos, de todas las posibles alternativas, en un guerra abierta... más o menos, silenciosa.

Excepto la local o divergente, que aquí viene marcada por una figura femenina, y que parece fuera de esta realidad descrita. Con sus particulares puntos de vista, sobre la educación, la contratación laboral, el arte, las dádivas, el sexo... con sus particulares, ajustes de cuentas. 

Es como un sueño, o más bien, una pesadilla... con andares palmípedos.


Aquella migración, nos indica que se ha establecido una relación, criminal, desde aquel 2006 para el recuerdo con Mr. Thorton y Mr. Freeman, visitando una matanza de otros tiempos en el 1979. Pasando por similares pellejos de cordero, acosados por el fétido aliento de un Lobo en 2016, hasta quedar como la abuelita, en una estancia terminal sobre una cama, en esta plena vorágine hospitalaria depredadora del 1950. Ni que hubiera un virus, qué angelical todo... Habrá que crear una ley, para dar la extremaunción.

Bonito, ir y venir, de entidades, cuentistas y balas.


Nadie conoce lo que le depara el futuro, ni siquiera una posible continuidad de sus actividades actuales, tras un ajuste de efectivos. 

Por lo que, un personaje en principio atractivo, puede acompañarse de cierta pedantería dantesca, o una válvula de escape que abandona el camino señalado a la hora señalada. 

Vamos que podría ser la guinda del pastel, o una nota colorida que termina abandonada en el plato.

Todo lo que resultaba llamativo y distinto, acaba confundiendo cuando abandona los truculentos acontecimientos que se solían relatar, para ajustar la "no realidad". 

Aunque, siempre, el humor es lo que nos mantiene a flote, respetando a los muertos y sus parientes, que nada tienen que ver en el asunto, salvo casualidad, o los que pertenecen al negocio de la sangre... que tampoco tendrán escapatoria.

Por algo es uno de los "oficios" más antiguos del mundo... ese de la muerte.


Chuparle la sangre a los demás, hasta dejarlos secos sobre la nieve, como aquel joven y bello vampiro, una "calamitá" de no persona que se enfrenta a sus monstruos, es un punto a favor. El choque entre hermanos, que no se ajustan, sino que se miden... más en cintura que en inteligencia. 

Y es que alguno de estos mafiosos no saciados, tienen la estirpe de los no muertos, mientras otros se comportan como verdaderos reclutas patosos. Carne de cañón, o un mal paso.

Chaplin ya lo decía, si te vas a caer, hazlo bien, conio... O no.

El Futuro... familiar.

Lo siguiente que será, una cocinera a los postres, xDio. Una tendenciosa masoquista con pretensiones de leguleya divina. Dos casos a parte en el género. Un camino a la salvación, o a la cuneta de una carretera. Una mano en la Biblia y otro, en un baldosín como el personaje obseso compulsivo de As Good as it gets! Put... fauna es el futuro.


Será el porvenir residual que actúa por libre, o es un cautivo del mal, manteniendo una cierta uniformidad ante el salvajismo general, ante las actitudes bufonescas que terminan con los sesos recalentados. Conio, otra bala perdida. 

Tal vez aposentados sobre un catre en la trena, que también es una vía de escape, si se puede o te dejan, los de fuera. Los que cojan el testigo, que serán los siguientes... y así. Pastel tras pastel.

Ya seas un capo del color que seas, tarde o temprano, te acabará visitando la parca, y el escape será para siempre. Porque tu vida realmente no vale nada, sólo mantuviste poder con horror, con un ejército de chupasangres sin sentimiento.

El intercambio fue un engaño temporal, donde una parte de tu ser, fue represaliada. Aislada en una bolsa profiláctica, como la sangre de un donante. Carne dopada. 

Tuya, pero no unida, la familia. Dolorosa como una puñalada en la córnea.


En esta rivalidad eterna entre carroñeros, amigos de Fargo, observamos una oportunidad excelente para la putrefacción... un lugar donde los futuros buitres se alimentarán con los higadillos de los prójimos, y nosotros nos divertimos, porque tenemos vocación de voyeurs. 

Sentados en nuestra poltrona de poder, para desconectar, si no nos interesan más.

Por el contrario, esta ponzoña no suele verse en el interior de un centro hospitalario donde, hasta las alimañas, deben ser sanadas ante un golpe desafortunadamente infantil. Seas de la ideología o la familia, que seas... Por eso el ángel de la muerte, anda ahí sobrevolando las almas y sus secretos, para quedarse con una parte de nosotros u ofreciendo su escapatoria a la invisibilidad.

Esta temporada de Fargo, tiene aciertos y anillos de poder, concéntricos al pasado central, que camuflan su real intención bajo una capa dulcificada con andares a lo Poppins y su conciencia, tan desequilibrada que asusta. Un festejo ambulante de atrocidad moral.

El pacto de una escapatoria se firmó sin sangre, porque la familia sin cabeza, puede ser reemplazada con el tiempo... Sea aquel niño con ínfulas de emperador, o cualquier otro, intercambiado por el poder o no.

Todo es posible, mejor o no, en una quinta. Con Mr. Hawley prometiendo ser la última, vencida o vencedora...

No existen exposiciones de sexualidad enfermiza, sino actos graciosos o torpes de transferencia. Las parejas de depredadores, se convertirán a un solo género, poco creíble, pero iguales. 

No habrá diferencia, ni ajustes. La información es salvación, pero en manos de quién...

No existen investigaciones, sino salvadores del mundo... o salvadoras.


Aquí en Fargo, se condimentan ingredientes con humor negro, donde la inteligencia es abandonada, en favor de lo imprevisible, salida de las entrañas de los personajes, como una sentencia. 

Más racial que imaginativa. Pero entretenida, que no es poco.

En definitiva, hemos abandonado en parte, aquel camino indicado por The Coen Bros, sin apenas historia, temporal. Pero no hemos olvidado la esencia... que flota como un bollo relleno de cianuro.

Es la sensación de una fatalidad inesperada, la desgracia que no viene sola. Como la sinfonía de la caída a lo 'Chaplin, ¿con los pies muy abiertos? Esperando no golpear sobre duro.

Será una receta novedosa... o un cadáver empotrado en un armario del pretérito... un emperador del crimen con cara de niño... un sheriff mormón versus corrupto comprado... un maniático que cante elefantes en telerañas... ¡con una camisa de fuerza!


Esto es Fargo... todo es posible. Hasta que te pillan con las manos en la masa.

Menos mal que todos, acabamos encontrando nuestra propia vía de escape.... o la sartén. Alguien voló sobre el nido del cuco... o la cuca. ¡Pobres, desgraciados!



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