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viernes, 25 de octubre de 2013

Somos Los Miller: ... y yo alucino.




La vía María.

El sentido de la vida como decía el título de la famosa película de los Monthy´s, es difícil de explicar en los tiempos actuales. Para este blog, sin duda alguna, es pasarlo lo mejor posible (obviando otras circunstancias que nos agobian a diario).
Entonces, la risa y el sentido del humor deberían regir los designios de nuestras vidas.

La comedia en estos momentos está algo infravalorada, ya que no se observan en cartelera grandes títulos que hagan pasar al espectador un par de horas partiéndose la caja. Además, ocurre que generalmente los artistas no tienen entre sus grandes pretensiones hacer este tipo de trabajos, dada la dificultad de hacer reír.
Pocas veces se verán recoger (de nuevo... en estos tiempos) grandes premios por cultivar en los demás el ingenioso y noble arte de la risa. Pues bien, ha llegado una familia de cómicos a las pantallas. Con más o menos fortuna.

Si mezcláramos en un gran "canuto" todas las pelis de sustancias alucinógenas (con parejas tipo Cheech y Chong u otras con grupos tocando al unísono), nos daría una comedia alocada en la que se manejan sustancias ilegales y se desbarra por doquier.
En este caso, Somos los Miller contiene kilos de marihuana y narcos persiguiendo a los protagonistas. Y humor también, pero con bastantes trabas.

Tiene esta mezcla de alucinógenos, un contenido ligero a road movie muy "incompleta". Más un sentido del humor basado en gags (en su mayoría de cortita gracia) sumando al exceso de chistes relacionados con una sexualidad a veces adulta y otras infantiloide.
Aromatizada con un efluvio a sex symbol de los 90, con escasa chispa en este film, y un nombre que conseguirá la amistad de todos los aficionados a las series televisivas, llamada Jennifer Aniston.
Encima haciendo el papel de estríper.

Esta coctelera debería haber sido mucho más explosiva y, sobre todo, corrosiva. Un nivel de alocada que consigue a traspiés, por la pérdida de unas conversaciones acordes a las situaciones, faltando mucha mala baba y humor más acertado.

Por que en realidad, los ingredientes de We´re the Millers son incapaces de erosionar las leyes de la comedia, y reconocer todas esas reacciones al consumo de estupefacientes, aquí se trata de traslado no de consumo. Mejor hubiera sido acercarse a las atrevidas El Jardín de la Alegría o Miedo y Asco en las Vegas. Pero, eso es "volar" demasiado alto para pequeños consumidores de surrealismo alucinógeno.

En un comienzo lo que parece osado, se va volviendo monótono y cansino. Claro está que viene de la mano del director Rawson Marshall Thurber (más o menos desconocido para este comentario) y de un guion proveniente de los ideólogos de la película De Boda en Boda (igualmente una incógnita para el que escribe).
Así que perdón, pues mis preferencias se ven ralentizadas, olvidadizas como las de un "fumeta" en estado de letargo.

Contemplamos escenas de regodeo sobre la sexualidad más almibarada, con ciertos guiños adultos escabrosos que no llegan a ningún destino, ni sirven como riso-terapia para olvidar tanta mediocridad que nos rodea.
Tanto tonelaje de droga, bailes sensuales y chistes contra la tradicional familia americana, se queda en humo con este envoltorio de provocación que más pareciera un capítulo de prácticas sexuales en los años 40.
Sólo merecen la pena no más allá de un episodio o dos, y siendo generoso.

Es verdad que un servidor, nunca ha sido mucho de este tipo de humor. Aunque por el contrario se divirtió con algunas producciones Apatow como Pineapple Express o Lío Embarazoso, es una maldición de viejos tiempos.
Por lo tanto, es posible que algunos de los que leéis está página de cine si os pueda provocar cierta dicha. Pido perdón a los más intransigentes con este tipo de películas.

El humor es un asunto muy sui géneris y lo que a unos les produce la carcajada salida de las tripas, a otros no les provoca ni una arruguita en la comisura de los labios.

Por contra el cargamento de esta valija no muy "diplomática", quedará lejos de los viajes narcóticos de aquellas parejas de hippies voladores, de nacionalidad americano-canadiense. O de estos más cercanos fumados con 5 minutos de gloria englobada, u otros en busca de la juerga más allá de la "frontera" de lo legal.
Y ni que decir tiene del experimentalismo de mi querido Terry Gilliam, compartiendo con periodistas provistos de un arsenal de imágenes surreales y cambiando México por Las Vegas. Ciudad de vacaciones. Más o menos salvajes.

Este film tiene más que ver con gesticulaciones propias de humoristas patrios como Félix el gato, en los rostros de sus protagonistas masculinos. Con todos mis respetos por el trabajo cómico y blanco de este último, más que el de Los Miller.
Tampoco me ayudó al visionado ese día el doblaje con voces fuera de contexto, y eso que iba necesitado de aventuras oníricas y risibles como ligero observador predestinado a pasarlo bien.
Se quedó en humo, y sin él.

En Somos los Miller, nos encontramos con un Jason Sudeikis. Muy encasillado a su pesar. Emma Roberts que va creciendo, también con el mismo pesar. Ed Helms, que lleva el camino de quemarse en él. Will Poulter que debería dejar las drogas.
Y por último Jennifer Aniston que, a veces coquetea con ellas y baila medio desnuda. Pero que en el futuro quiere cambiar a otras sustancias menos adictivas y más provechosas.
Veremos si lo consigue, por su propio bien.

Bueno nada más. Que no tengo mucho más que contar en esta ocasión.
Solamente, me quedo con una escena de los cortes finales. Una pregunta y una respuesta de los dos protagonistas, con una mirada pidiendo consejo a los espectadores.

Venga, va... ¡dejad las drogas!
O al menos, el tráfico ilegal de las mismas.

** Floja **

Como me faltan trailers para esta sección, pongo uno sobre una novela de James Dashner, The Maze Runner. En la película prevista estará Will Poulter y con un reparto inicial compuesto por Dylan O'Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Ki Hong Lee y Blake Cooper.

Jennifer Aniston tiene un film pendiente del británico Paul Andrew Williams, junto a Toni Collette, llamado Miss You Already. Antes de enfrentarse al nuevo proyecto de Peter Bogdanovich se la vio recientemente en esta larga conferencia de prensa con motivo de la presentación LIFE OF CRIME, de Daniel Schechter en el Festival de Toronto TIFF 2013. (duración 37 minutos):






sábado, 19 de octubre de 2013

Mud: De aquellos polvos estos barros.



Del director de Arkansas Jeff Nichols.

Hace más de una década ya, corría el año 1999 cuando un joven actor será acusado por disturbios y tenencia de cannabis. Estaba en su casa y fue obligado a pagar una jugosa multa.
Era Matthew McConaughey (nacido en Uvalde, Texas) y aquel dinero se antoja harto grandilocuente, teniendo en cuenta que en la actualidad muchos desfalcadores y defraudadores se van de rositas después de acumular grandes cantidades. Sin pagar un céntimo.

Matthew parecía un actor abandonado a su mediática mala suerte (ya que parte de la crítica mundial no le reconocía grandes méritos, Cinecomio incluído), a pesar de un comienzo esperanzador con films como Tiempo de Matar de Joel Schumacher, y participar en trabajos junto a Robert Zemeckis y Steven Spielberg. Sin embargo, su carrera parecía a la deriva.
El actor había abandonado sus estudios de derecho tras una estancia en Australia lavando platos, por una incipiente carrera de actor y su inclusión en una saga tejana como La Matanza de Texas.

Aquellos tiempos quedaron atrás y otras vicisitudes acudieron a McConaughey. Quizás se replanteará su trabajo en estos años desde sus problemas con la sociedad vecinal, o tal vez el convertirse en padre haya centrado su labor interpretativa.
El caso es que en la última etapa, y sobre todo en este 2013, su vuelta ha sido próspera para los aficionados a la interpretación con dos títulos enlazados satisfactoriamente. Tanto para prensa como público.
Ahora Matthew tienen un lema "Just keep livin" encabezando una fundación que ofrece ayuda a adolescentes con problemas.

Todo parecía ir según lo previsto, cuando participa en películas de baja calidad, hasta que tras una pequeña remontada de la mano de Ben Stiller y su film Tropic Thunder, empieza a ofrecer su lado más rebelde y salvaje.
En la actualidad tiene el respeto de la industria y la crítica, con sus dos trabajos The Paperboy y el que viene a colación en esta página, Mud de un director creciente en interés como Jeff Nichols (Shotgun Stories y su notable labor en la oscura y maravillosa Take Shelter).

Una vez escapado de su fama juerguista, Matthew pareciera haber sacado su cuerpo de la prisión dorada y ofrece un repertorio de acento sureño y personajes fuera de las leyes comerciales de Hollywood.
Mud tiene dos visiones diferentes unidas por el nexo común, la vida fluvial de un conjunto de individuos y su mundo cerrado.

La primera tiene reminiscencias a olores de una juventud aventurera y de primeros amores. Echando la vista levemente a películas de verano caluroso (aunque en Mud bien pudiera ocurrir la historia en cualquier estación) en las que varios chavales se enfrentan a la aventura de la vida, con emoción no exenta de peligros.
Por supuesto, se viene a la memoria la fantástica Stand by Me, del director Rob Reiner. O la precursora idea de Mark Twain y Las Aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn.

En cambio, Mud se ve desprovista en su totalidad de un sentido del humor auténticamente juvenil, para mostrar una visión infantil más cercana a la madurez emocional. Muestra de que los tiempos pasados han cambiado. Y algún afluente regando el estado de Alabama nos cuenta la historia de estos chicos y prometedores actores Tye Sheridan (El árbol de la vida) y Jacob Lofland con el omnipresente Mud y sus relaciones amorosas y fuera de la ley.
Este río es el lecho de un pequeño terruño aislado en el que los personajes se desenvuelven entre Crusoes, aunque más cercano Mud a Edmundo Dantés. Arracimado y cobijado en unos maderos mohosos guarda su corazón a prueba de balas que serán escupidas desde la otra orilla. Una, algo más peligrosa.

El caudal del film de Jeff Nichols va acumulando otras aguas igualmente artísticas, como personajes arrastrados por la corriente salvaje y que dotan de mayor empaque al trabajo en común. Como muestra un botón en forma de bala, con Paul Sparks y el gran Sam Shepard y ese monstruo interpretativo llamado Michael Shannon. En un lado más sutil pero igualmente agradecido están Reese Witherspoon, Ray McKinnon y Sarah Paulson. Un reparto de lujo.

Aún con todos ellos, la historia sigue estando en el "bote" de Matthew McConaughey con una vuelta de tuerca interpretativa del antihéroe y la jauría humana. Esta nueva y prometedora imagen con personajes atrapados, cargados de dotes resolutivas que van dejando un poso de buen cine en el espectador.

Mud es un thriller aventurero, escrito por el propio director, sin grandes novedades o sorpresas pero brillantemente ejecutado por sus protagonistas. Es esta interesante visión la que aumenta su categoría estilística. Una forma de contar la historia personal de un hombre en el fango, solitario (al menos en principio) y rodeado de una atmósfera opresora o sofocante, que irá derivando a una búsqueda interna de libertad.
Por tanto, Mud es el protagonista principal seguido por un casting perfecto. Y un río siempre presente en los acontecimientos. Su variopinta población entre la libertad y la marginalidad, nos enseñan la vida con pocas pertenencias y alimentándose de los que las aguas ofrecen.

Unas veces serán los desperdicios traídos aguas abajo, sin valor o restaurables.
La pesca y los negocios más o menos turbios en aguas más enlodadas.
Porque en Mud prevalecen las balas... y la amistad.
Y además, Matthew ha vuelto para quedarse.

**** Notable ***

Especial Tráilers nuevos trabajos con McConaughey.

Dallas Buyers Club, dirigida por Jean-Marc Vallée (C.R.A.Z.Y y La Reina Victoria). Reparto: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare, Griffin Dunne. Dirigida por Martin Scorsese, El Lobo de Wall Street. Reparto: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Matthew McConaughey, Jean Dujardin, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Bernthal, Jon Favreau.

Matthew en el nuevo film de Christopher Nolan, Interstellar. Reparto también Interstellar: Anne Hathaway, Jessica Chastain, Bill Irwin, John Lithgow, Casey Affleck, David Gyasi, Wes Bentley, Mackenzie Foy, Timothée Chalamet, Topher Grace, David Oyelowo, Ellen Burstyn, Michael Caine, Matt Damon.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Prisoners: Hugh, Jake & Paul.



Prisioneros y Monstruos.

La inmovilidad corporal y/o mental forzosa.
Ellos están de moda (nosotros), son los protagonistas actuales de nuestras vacuas sociedades, son los elegidos de la gran pantalla para retratar historias de horror real. Bien sea en el espacio, en el mar o en las calles de cualquier ciudad, como en este caso Georgia. Pero podría ser un país indeterminado.
Son los parados, secuestrados y prisioneros.

Los acontecimientos se desarrollan como un día cualquiera. Bien pudiera ser en un traslado al centro comercial o al colegio. Así, naturalmente está tratada la historia de horror que acontece en el film Prisioneros, adornada con un estética oscura y macabra.
Estos hechos (cada vez más habituales en nuestras sociedades) nos espantan porque se adivina con demasiada realidad una cercanía en los crímenes.
Es verdad que el asesinato es terrible, pero acaso el secuestro no es morir un poco cada día. Morir en vida.

El director de Prisoners es el canadiense Denis Villeneuve, se ha consagrado ya como un fiel representante del drama más descarnado en torno a la familia. Ya que su anterior trabajo y durísimo, con el título de Incendies nos arrastró a un viaje con punto de partida aunque no de retorno, en la que los sentimientos materno-filiales nos hacen reflexionar sobre la guerra y las injusticias cometidas por los combatientes en pos de una idea política, social o religiosa.
Igualmente, este nuevo film nos golpea (con semejante falta de piedad) para entrever la degradación del individuo en cautividad física, y también la de ser prisionero de los vaivenes de la mente.

Una fue mostrar los horrores de la separación por la guerra, ahora es la forzosa con la recreación de un malsano ambiente en familias por culpa de otros monstruos más mundanos, y muy especialmente el daño sufrido por el encierro forzoso del ser humano.

Si bien en Prisioneros nos hallamos con la misma encrucijada sin salida, lo desmanes terroríficos como los secuestros nos llevan, en cambio, a una historia dónde la batalla se desarrolla en nuestras propias calles. A la vuelta de la esquina, entre las caras conocidas o no que nos rodean. La maldad pura del hombre, por que estos terribles actos los llevan a cabo los individuos de sexo masculino.
Sólo por el simple hecho de creerse dioses, con la capacidad divina de ajusticiar y castigar a sus semejantes. Son los nuevos verdugos de las sociedades modernas.

Denis Villeneuve nos despoja de toda vestimento o ornamento, para introducirnos en la desnudez de unos personajes sometidos a un estrés emocional como consecuencia de la búsqueda o investigación sin descanso, y la persecución de los monstruos internos y externos.
El Ser redentor que secuestra y maltrata a los pequeños, destroza nuestra calidad de humanos y a familias enteras. Como enterradores de corazones inmaduros e inocentes, con derecho a ocultar bajo tierra la siguiente generación de los pecadores.
Estos seres, creo yo, no tienen derecho a la compasión de nuestras leyes, pues son los criminales más detestables de toda la humanidad. Si por ello entendemos, racionalidad.

El segundo punto de interés a sumar es la otra batalla que se sucede sobre la pantalla en este desasosegante argumento (aunque puede también influir en algunos espectadores la extensa duración del film), es que Villeneuve maneja una situación de duelos interpretativos, entre féminas y sobre todo entre los actores masculinos.
Si bien en Incendies ocurría lo contrario, dejando el peso mayor en el sexo más sensible.

Así, tendremos a Viola Davis con Maria Bello y, por supuesto, la siempre magnífica Melissa Leo para mí la ganadora del duelo entre este trío. Ellas son las encargadas de arrastrar por los fotogramas la angustia de madres (en la mayoría de los casos) que se ven relegadas a luchar desde sus casas y fuera, ante las noticias que golpean a cuentagotas. Son las esclavas de la injusticia social y el terror.
A su pesar, deberán mostrarse fuertes, duras y enteras... y se desviven por llegar a la pantalla y la conciencia del espectador con actuaciones matizadas y controladas.

Como si notaran su papel, demandado por Villeneuve, de unas prisioneras por el guión creado por Aaron Guzikowski
y que, por tanto, los principales valedores de la acción creciente y la investigación interpretativa recayera sobre las espaldas de sus compañeros masculinos del reparto.
Realmente, las escenas más importantes están en sus rostros y sus ojos. Pues tienen la responsabilidad de la credibilidad de sentimientos de primer orden como la duda, la culpa y la venganza.

Estos tres nombres esenciales en sus papeles, van acompañados de un siempre correcto Terrence Howard como padre mártir y un inquietante y magnífico trabajo de una cara poco conocida como David Dastmalchian, que apareciera levemente en El Caballero Oscuro, en 2008.
Sin embargo, el siguiente trío no les va a la zaga.
Un ojo tremendamente azorado sirve para escoger la mirada asustadiza y salvaje de un actor en crecimiento constante como Paul Dano. Después Denis traslada la responsabilidad del caso al detective Loki, como un hermano consanguíneo del horror. Jake Gyllenhaal sufrirá con los errores, y las desgraciadas consecuencias de los actos criminales, con una interpretación a la altura de sus compañeros.

Por último, el cabeza de familia también lo es de la cinta. Hugh Jackman como pocas veces lo hemos visto en la gran pantalla, se apodera de ella en la mayoría de ocasiones.
Hugh es el gran vencedor del reto interpretativo de esta segunda hornada de buenos personajes.
Por tanto, calidad por ambos lados de la película. El argumento y la actuación, para unos Prisioneros de nuestra sociedad enferma.
Aunque para este blog, un poco inferior al anterior trabajo de Denis Villeneuve... Incendies.

*** Buena ***

jueves, 3 de octubre de 2013

Gravity: la gravedad técnica y emocional.




La Gravedad en 3D.

¿Cuánto pesa una vida humana?.
Quizás como decía el amigo y productor de la cinta Gravity de Alfonso Cuarón, aproximadamente 21 gramos menos en el momento de la muerte. Iñarritu no pensaba en el espacio en esos momentos, ahora sí.

Sin embargo, en órbitas lejanas a la atmósfera terrestre se igualan las magnitudes de peso, debido a la falta de gravedad. Así podemos ver flotar como las plumas al viento, lo mismo una estación internacional gravitatoria como un transbordador espacial, o mejor aún, el ligero ser del corpóreo humano con la liviandad de una lágrima.


El director nacido en Ciudad de México, Alfonso Cuarón llevaba una eternidad sin estrenar film, tras Hijos de los Hombres, la empresa terrestre se le había quedado pequeña en estos siete años. Por tanto, unió sus fuerzas a su hijo Jonás Cuarón para idear una odisea espacial en Gravedad. Quizás por lo grave de la proporcionalidad este extenso periodo de tiempo, pues el proyecto fue surcando los cielos de diferentes productoras, hasta llegar a dominios de Warner.
Imagino un rodaje plagado de incidencias y costes flotantes entre gotas de sangre, sudor y alguna que otra, lágrima.

Un Armagedón de proporciones universales en la financiación (dónde se pueden reconocer celebérrimos nombres) y la pre-producción. Y con infinitos cambios de nombres en los náufragos espaciales.
Es esta una odisea moderna sobre las vicisitudes de la élite científica, es decir, de una tripulación de un transbordador espacial en misión de reparación del ojo del Gran Hermano espacial o Hubble, con el fin de escrutar los confines siderales. La conquista de territorios menos gravitatorios, se identificó a dos de sus cabezas más importantes y prácticamente las únicas, por el trabajo que ejercen ambos en la película Gravity.

Nunca mejor dicho recayó la labor en sus rostros, y más concretamente en sus ojos. Según datos introducidos por el propio Cuarón, los actores tuvieron que pasar largos periodos colgados en cables, al viejo estilo hollywoodiense. Una mezcla de esfuerzo físico y recursos digitales.
El perdido cowboy espacial identificado con el nombre de George Clooney y la presencia comedida y sincera de la mejor Sandra Bullock. Cada vez más perfeccionada en su trabajo como actriz.
Por tanto, una sólida, elección por parte de Cuarón. Que encajan como un guante en sus trajes de astronautas e investigadores, al menos hasta desenfundar el cuerpo en una espiral gravitatoria embrionaria, esto es, en ropa interior para los nostálgicos de antiguos viajes espaciales. Bien por Sandra.
Sobre ellos recae toda la carga gravitatoria de tan complejo proyecto.

Aunque en el caso de Clooney, la presencia es pasajera en la mitad de la catástrofe argumental por estar más en disposición de batir los records de intérpretes principales perdidos en la causa por el camino, a lomos de su cabalgadura autopropulsada y una disposición humorística que rebaja el tono de dramatismo.
No me refiero a una interpretación testimonial, sino a una disposición caballerosa, para que recaiga el peso de la supervivencia glorificada en el cuerpo de la dama. Desprendida de viejos tics nerviosos y centrada en la claustrofóbica, y bastante rocambolesca situación.
Ya dicho no, su desprendimiento de ropa quedará como recuerdo de las musas del scifi en problemas. Esta regresión de la heroína a la fuerza, convertida en feto dentro de la tripa de la madre "Rusia".

Llegados a este punto de la catástrofe espacial. Puedo ver una bifurcación en el film (a parte de la buena actuación), en dos aspectos destacados.
En primer lugar, el técnico (visual y sonoro) dónde Gravity crece sustancialmente.
Con toda la ciencia y avances técnicos actuales, aquella vieja odisea de Kubrick (para mí obra maestra) se quedó como representativa de una época añorada de los comienzos espaciales del que os comenta. A finales de los sesenta, el futuro se miraba con los ojos de la proporcionalidad y la inventiva. Ahora, se superaron las limitaciones y las naves vuelan por plasmas perfectos en definición y el 2001 cinematográficamente hablando quedó muy atrás. Qué nunca en argumento, ahí es insuperable.

En su lugar, Alfonso Cuarón cuenta con toda la fuerza de las transmutaciones y comunicaciones binarias (la notable diferencia con el inigualable Stanley), con complicados procesos internos de las computadoras, en las que la mayor preocupación de dirección es elegir bien los tiros de cámara más llamativos en el CGI.
Y es que con estos avances se puede idear cualquier cosa en cinematografía digital. Llegando a niveles del preciosismo realista.
Otro de los puntos fuertes es la técnica del 3D (no santo de mi devoción), que en Gravity está presente como un intérprete más. Ya que colabora esencialmente en la proporcionalidad de los elementos en el espacio-tiempo.
El comportamiento de los distintos cuerpos y materiales en gravedad cero queda magnífico con esta técnica. Una irrealidad tridimensional que certifica uno de los mejores y más convincentes trabajos de mostrar lo real del peso de la técnica, en el peso de los objetos y su movimiento.

Quizás, el único punto cuestionado técnicamente sea la excesiva utilización de la cámara en rotaciones de 360º, por contra necesarias para resaltar en el espectador las sensaciones de extravío y mareo de los protagonistas.

El segundo camino esencial del film tiene algo de reproche por mi parte.
Me hallo ante el dilema de calificar un film sólo por esa función espectacular en lo relativo al apartado visual y artístico, o bien me decanto por tratar el tema del proceso creativo de la historia propiamente dicha.
Partiendo de un comienzo muy atrayente y espontáneo (a partes iguales), el guión tiene que avanzar y propagarse como la estela de un motor de propulsión, hacia arriba. Pero, creo que no lo consigue y se queda en una navegación limpia pero lineal.
Sin pretensiones pero sin ramificaciones significativas. Salvo alguna sorpresa.

Por tanto, los discursos filosóficos y metafísicos quedan al margen, tenemos una historia que transita por el ámbito de la supervivencia personal, tal como poseidones o titánicos buques.

También, veo un pliegue espacio temporal de la historia que se salta ciertas reglas, aunque posiblemente se haya creado la ambientación especial teniendo en cuenta la opinión de los expertos en tales fines. Como recorrer distancias y chocar con objetos con la simple pretensión de agarrarse a pesar del agotamiento físico y mental.

Sin embargo, la familia Cuarón puede declararse indemne de estos pequeños desajustes argumentales, y resolutivos. Pues, es destacable que acortan los tiempos también en el metraje, no teniendo así que inventar más aventuras rocambolescas y derivadas de la pura casualidad.

Por supuesto, Gravity en el apartado visual y técnico merece calificativos sobresalientes.
En el apartado del guión, me parece un poco más limitado. Basado en las rotaciones alrededor de la Tierra y el mero albedrío de los cuerpos como partículas uniformemente aceleradas.

Por último decir que la idea de este Armagedón sobre nuestra atmósfera, no me parece tan descabellada.
Los humanos nos hemos comportado como una plaga en nuestro crecimiento y exponencialmente, por tanto, de la creación de deshechos orgánicos y basura en el espacio.
El asunto de la basura gravitacional es grave.

En el espacio el corazón pesa más que la razón.
Sobre todo cuando se oye... Houston tenemos problemas.

**** Notable ***

Dirigida por Alan Taylor, Thor: Un mundo oscuro. Reparto: Chris Hemsworth, Natalie Portman, Anthony Hopkins, Tom Hiddleston, Christopher Eccleston, Idris Elba, Kat Dennings, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Jaimie Alexander y Tadanobu Asano.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Capitán Phillips: Tom se hace más... Big.




Realidad vs. Romanticismo

Cada espectador tiene una categoría propia para catalogar a los directores de cine por su compromiso con los temas sociales, relacionados con el respeto de los valores humanos. Con enfoque de personajes bajo presión derivados de la política, religión o la sociedad en la que viven y que proporcionan historias cargadas de una acción estresante para ellos, e incluso protectores de la vida de semejantes o la suya propia.
A esta categoría pertenecen Paul Greengrass y su película Capitán Phillips.
Pareciera que los tiempos hubieran cambiado lo suficiente para que figuras de la antigüedad, pudieran volver a coexistir en nuestros tiempos. Pero esto no es siempre representativo, las diferencias entre épocas se repiten a periodos de tiempo significativos. Porque Tom Hanks se pone en la piel marinera de este Capitán Phillips para darnos a conocer una historia real, basada en un simple antihéroe de nuestros días (y realizando una de sus más significativas interpretaciones, medida y natural).

Nos encontramos de nuevo, mecidos por las olas junto al maduro Hanks y bamboleados por las circunstancias rocambolescas de esta angustiosa historia y sus protagonistas reales. Poniéndonos en la piel del capitán de un buque comercial llamado Phillips y su peligroso destino. Toda una aventura de pesadilla al estilo Zinnemann de Sólo Ante el Peligro.
Acuciado por la envergadura de los acontecimientos y por su conciencia interior, los intérpretes se desdibujan ante la necesidad imperiosa de dinero o de salvar la vida de la tripulación. Y esto, se va a convertir en una cárcel para Phillips, ya que se verá involucrado a su pesar entre la racionalidad del ser y la causalidad de navegar cerca de la costa somalí. Una tierra de fuego en el cuerno de África sacudida en nuestros tiempos por los viejos "piratas" de antaño.

Si bien siempre existieron, durante el siglo XVI tomaron una relevancia trascendental en las sociedades y reinos del globo, por la conquista de colonias extranjeras y predominio de las rutas comerciales. Y Hollywood en busca de aventuras trepidantes y románticas, se fijaría en los fieros piratas y corsarios para llenar los fotogramas de los afamados espadachines o "swashbuckler".
Relanzados al estrellato a golpe de sable con poderosas novelas como La Isla del Tesoro o El Motín de la Bounty, El Pirata Negro con el carismático Douglas Fairbanks o la revisión del clásico diez años después El Capitán Blood que lanzaría a Errol Flynn al estrellato.
Los viejos piratas estaban de moda de nuevo, y surcarían las aguas internacionales de acetato mucho menos difuminadas que las contemporáneas a los marinos del parche en el ojo.

Las antiguas cuestiones territoriales y comerciales se solucionaban violentamente, aunque siempre matizados por la aventura y las pieles exóticas de sus protagonistas en Hollywood. Una capa de barniz y bellas cabelleras elevadas a la enésima potencia por el Technicolor. Las heroínas se encargarían de potenciar el lado romántico, como las bellas Olivia de Havilland o la irlandesa Maureen O'Hara.

¡Qué lejos quedan aquellos tiempos dorados! Las patas de palo y garfios, se han sustituido por motores y armas automáticas. Y las balas silban cortando el aire que antes sonorizaban los golpes de estoque y aromatizaban los cielos azulados con la incipiente pólvora.
Ahora, por contra no es necesario tanto romanticismo, ni mujeres de indómito carácter. En Capitán Phillips la cámara steady se apodera en gran metraje de la cinta, pues con ella nos salpicamos de gotas de realidad y dramatismo sin romance. Sin embargo, aunque presente no me parece abusivo ni mareante en el tratamiento de la imagen, favoreciendo el desarrollo de la historia.

Si bien aquellos corsarios pagados por las poderosas casas reales, defendían a sus tripulaciones con viejas leyes marineras, se acercaban a estos actuales por la cuestión monetaria de su labor.
Ambas épocas se regían por la supremacía de la moneda o doblón. La acumulación caudalosa de joyas y oro para mantener las flotas a favor de rey o en su contra.
Época sangrienta y salvaje, dónde los asaltos de babor a estribor se hacían con espada, puñal y maza en mano. Sin embargo, sus enemigos o víctimas no parecían tan inocentes como los actuales del film de Greengrass.

Aquellos piratas vivían una continua relación con el mar. El océano era su única vida.
Las islas desiertas y paradisiacas eran sus bancos depositarios, y las redes comerciales no entendían de números binarios. Ahora, Tom Hanks dibuja un profesional no violento, atacado por piratas forzados por las mafias y los señores de la guerra y sumando una presión adicional sobre sus cabezas para atraer nueva financiación.
Greengrass ya no necesita de hermosas damiselas en busca de aventuras y apuestos galanes, ahora se proclama el vencedor del realismo surcando las aguas del tercer mundo, o del primero como en sus fantásticas Domingo Sangriento o United 93.

La contaminación de los siete mares y de las tierras internacionales, se ve sobrecargada por buques de guerra y patrulleras piratas. Las vías de comunicación ponen en sobre aviso a los marineros sobre los peligros nuevos que acechan, porque la fiereza de antaño tiene otra piel.
La oscura piel de la pobreza y la resignación.
La piel de las botas altas se hecha en falta en pies descalzos de piratas.
No se empuña el fino florete ni la espada.
El gatillo es más rápido.
Una nueva era.
Peligrosa.

Y además, tenemos al maduro Tom que no necesita ser un intrépido pirata, sino un comedido cabeza de familia... un Hanks cada vez más Big.

*** Buena ***

Nueva película de Tom Hanks, Saving Mr. Banks con producción Disney sobre los derechos de la novela Mary Poppins, y dirección de John Lee Hancock. Reparto: Tom Hanks, Emma Thompson, Colin Farrell, Paul Giamatti, Jason Schwartzman, Bradley Whitford, Ruth Wilson, B.J. Novak, Rachel Griffiths, Kathy Baker. 

Tráiler del documental Radioman, de Mary Kerr.

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